Capítulo 33
No era demasiado orgullosa, así que bajó del diván para servirle a Damián un vaso de agua tibia. Se sentó al borde de la cama de bambú y se lo entregó, diciendo con suavidad:

—Has dormido dos horas, ya son casi las cuatro.

—¿Tienes prisa? ¿Tienes una cita?

Damián tomó el vaso y lo dejó en la mesita de noche. Luego, atrajo a Aitana contra su pecho, presionándola firmemente contra él, separados solo por la fina capa del abrigo de cachemir.

Su cuerpo era duro y ardiente, lo que hizo que Aitana exclamara incómoda:

—Suéltame.

Con aquella suave joya entre sus brazos, ¿cómo iba Damián a soltarla?

Él le susurró al oído, con esa voz ronca y sensual característica después de beber:

—¿Has pensado en lo nuestro? ¿Mmm?

Aitana no quería hablar de ello, pero Damián la presionaba intensamente.

No dejaba de besarla, con el rostro sonrojado y la barbilla ligeramente levantada, todo él irradiando sensualidad mientras acariciaba su esbelta cintura, exigiéndole una respuesta inmediata.

Aitana temía realmen
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