Después de un largo momento, él dijo suavemente:
—¿Realmente tienes que comprometerte?
Susana:
—¡Sí! Espero que asistas cuando llegue el momento.
Lucas miró el rostro sereno de la mujer y dijo entre dientes:
—Puedes estar segura, asistiré puntualmente.
El ambiente se sumió en un silencio mortal.
Sobre la mesa quedó un plato de sancocho intacto, ya frío.
Recordó que antes, cuando trabajaban juntos hasta altas horas, Susana llevaba a Lucas a un pequeño local en el callejón detrás del edificio corporativo. La especialidad del lugar era el sancocho.
Lucas, siendo un joven de familia acomodada, frecuentaba restaurantes elegantes y nunca había comido en un lugar tan humilde, pero en aquel entonces acababan de estar juntos y todo era emocionante, así que compartieron un plato de sancocho entre los dos.
Ese día ella descubrió que el señor Lucas no comía cilantro.
Al recordar el pasado, los ojos de Susana se humedecieron un poco.
Antes de irse, Lucas fue a ver a Jazmín.
El aire acondicionado es