—¡Besitos! Besitos para nuestra Esperanza.
...
Después de reflexionar cuidadosamente, Lina se sintió como si le hubiera caído un rayo. Fernando, ese viejo indecente, en realidad...
Pensándolo bien, todo tenía sentido.
Siempre había sentido que su secretaria le resultaba familiar, resultó que la había elegido por su parecido con Zarina. Y cuando se reveló el origen de Aitana años atrás, Fernando, ese viejo, de repente se volvió especialmente cariñoso, ¡seguramente también era por Zarina!
Por un momento, Lina se sintió abrumada por la tristeza y la indignación. Ella provenía de una familia prestigiosa y tenía una belleza excepcional. En toda su vida solo había tenido a Fernando como hombre, y ahora en su vejez descubría que su esposo guardaba un amor verdadero en su corazón, ¡y encima era su consuegra! ¿Cómo podía Lina aceptar esto?
En ese momento estalló:
—Fernando, sinvergüenza.
Fernando estaba jugando con su nietecita, haciéndole cosquillas con su barba. Al escucharla se quedó estupef