Nadie se atrevía a decirle a Aitana.
Fernando con sus acostumbrados consuelos, y los esposos Diego apoyándolo, Lucas permanecía completamente callado.
Emiliano era abogado, menos aún revelaría nada.
Solo Lina no pudo contenerse, rompió a llorar desconsoladamente:
—¡Aitana, actúa como si Damián ya no estuviera! Cría bien a los tres niños hasta que sean adultos. Damián dijo que si en el futuro encuentras a alguien adecuado, sal con él, no lo esperes más.
Lina no paraba de llorar.
Aitana ya no podría esperar a Damián, ese coágulo era como una bomba de tiempo, ¡nadie podía curar a su Damián!
Fernando quiso regañar a su esposa, pero no tuvo corazón para hacerlo.
Después de un silencio, Aitana dijo que estaba bien, bajó la cabeza y firmó los documentos oficiales.
Arriba ya estaba la firma autógrafa de Damián, vigorosa y firme.
Ver la letra era como verlo a él, Aitana acarició suavemente ese nombre, su rostro mostraba dolor y recuerdos del pasado.
Damián se había ido así.
La fama, el poder, l