Capítulo 215
A la medianoche, la niebla blanca se levantó en la montaña, envolviendo toda la cima.

Cuando Aitana salió, parecía haber perdido el alma, su cuerpo débil a punto de derrumbarse. Seguía murmurando el nombre de Mateo, sumergida en un dolor infinito.

Al verla salir, Damián se apresuró a su encuentro, quitándose la chaqueta para colocarla sobre sus hombros.

Aitana lo miró sin expresión. Sus ojos, vacíos de vida y llenos de tristeza, apartaron suavemente su mano. No quería su preocupación, no quería su cercanía.

La chaqueta negra cayó al suelo.

La nuez de Adán de Damián se movió dos veces, su voz algo ronca:

— Aitana, por mucho que me odies, debes cuidar tu salud.

Aitana miró hacia la oscuridad de la noche y respondió con determinación:

— Damián, si estoy bien o mal, ya no es asunto tuyo.

Damián recogió la chaqueta e intentó nuevamente ponérsela.

Aitana la rechazó violentamente, pero aún estaba débil por el parto y, con esa reacción tan emocional, se desvaneció.

Aitana se había desmayado.

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