Capítulo 216
Aitana no se quedó a cenar. Le pidió su teléfono a Damián. Él guardó silencio.

Aitana, conteniendo sus emociones, dijo suavemente:

— Damián, ¿quieres encerrarme otra vez? Pero esta vez no tengo a mi abuela.

La mención de la abuela hirió a Damián.

Su nuez de Adán se tensó ligeramente y respondió en voz baja:

— Te llevaré a casa. Te devolveré el teléfono cuando lleguemos.

Aitana no discutió. Se cambió a la ropa con la que había llegado. La sirvienta, preocupada por ella en su periodo de recuperación, le trajo un chal grueso que la cubría desde la cabeza hasta las piernas, murmurando algunas palabras entre sollozos.

Aitana se sentía mal. Se sentó en el auto, con los ojos húmedos.

Damián estaba exhausto, pero insistió en llevarla personalmente. Este breve tiempo juntos era invaluable para él. En el futuro, quizás no tendría otra oportunidad así.

Se cambió de ropa y bajó. Vio a Aitana sentada en el asiento trasero, abrió la puerta y pidió suavemente:

— ¿Podrías sentarte en el asiento del co
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