Temprano en la mañana, Damián regresó a la Mansión Uribe.
Le contó sus planes a Fernando.
Fernando se quedó atónito.
Dejó su taza de té y habló lentamente: —Damián, en mi corazón siempre pensé que tú y Aitana aún tenían esperanza, pero si sales con la señorita Urzúa en esta situación tan ambigua, las cosas se complicarán. Solo pensar en ello disgustará a Aitana, ¿cómo podría aceptarte después? Damián, ¿realmente has pensado bien en esto?
Damián guardó silencio por mucho tiempo y sonrió con amargura.
—¿Sabe, papá? Hubo un tiempo en que deseaba desesperadamente tener un hijo, pensaba que con un niño adorable, Aitana reconsideraría las cosas y me daría una oportunidad de redimirme, pero ni siquiera el cielo quiso ayudarme.
—Aitana y yo ya no tenemos esperanza.
—Mejor cumplir el último deseo de Mariana.
...
Fernando sabía que Mariana estaba cerca de la muerte.
Suspiró: —Damián, asegúrate de estar convencido de esto, de no arrepentirte después.
Damián quiso decir algo más.
Fernando, en un g