El aire estaba pesado, como si la misma atmósfera estuviera esperando el desenlace de una batalla que había estado gestándose durante años. La figura oscura desapareció tan repentinamente como había aparecido, dejando a Samantha y a Alexander en un espacio vacío, desprovisto de todo salvo de la desolación que los rodeaba. El campo gris en el que se encontraban ahora parecía tan lejano de la vida que conocían, como si el mundo entero se hubiera detenido en este único momento.
Samantha miró a Alexander, quien la observaba con una mezcla de incredulidad y dolor en sus ojos. La luz roja que emanaba de las sombras había desaparecido, pero la sensación de opresión seguía persistente, aplastando todo a su paso. Había algo más en ese lugar, algo que se sentía tan antiguo como el mismo tiempo.
"Samantha..." la voz de Alexander se rompió, pero no por el sufrimiento físico. Era algo más profundo, algo emocional. "¿Por qué no me dejaste ir? ¿Por qué... por qué sigues luchando por mí?"
Samantha no