La cena en compañía de Williams le había agradado mucho a Eileen… la rubia se sentía a gusto en compañía de ese hombre. No lo negaba, el haber aceptado la cena le cayó como anillo al dedo ya que Williams no paraba de hacerla reír y eso le gustaba.
Pero por desgracia la noche había llegado a su fin, necesitaba descansar así que ambos se encontraban subiendo las escaleras en dirección a su habitación.
— La cena estuvo divina Williams, de verdad que muchas gracias por todo.
— No hay de que, para mí es un gusto tenerte aquí. Sonríe. Ambos se detienen en la puerta de su recamara. — Hemos llegado, te he traído sana y salva.
— Si. Ésta se ríe con gracia, pero algo dudosa de si entrar o quedarse allí parada como idiota.
Williams al notar sus dudas, lentamente se acercó