🖋 NARRADOR OMNISCIENTE
En la casa se respiraba un olor a cafe recien hecho y a un delicioso tocino con huevos.
Jareth se movía de un lado a otro como si la cocina fuera un campo de guerra al que ya habia acabado.
No dejaba que nadie, absolutamente nadie, se acercara a Isabel.
Ni siquiera Ethan.
—Siéntate —le ordenó Jareth a Isabel suavemente mientras le acomodaba una manta en el regazo—. Quiero que estés cómoda. No quiero que te canses.
—Estoy embarazada, no inválida —protestó ella riendo.
—Lo mismo da —replicó él, sacando el plato que había preparado— eres mía… y eso viene con servicio completo.
Sam y Olivia intercambiaron una mirada divertida.
Ethan, en cambio, tragó saliva con nerviosismo.
Ethan se sentó frente a Isabel, pero cuando ella fue a ofrecerle la mano para saludarlo…
Jareth se adelantó y apartó la silla justo a su lado, como marcando territorio.
El sultán rodó los ojos.
—¿Piensas morderme si la toco? —ironizó Ethan.— Es mi hermana, p€ndej0
—Depende —respondió Jareth sin