Sam presentía que algo le sucedia a su amiga y esa casualidad de que Olivia llegase plcomo por arte de magia no la convencia. Así que se disculpó con los demás y se dirigió a la sala perseguida por la mirada inquisitiva de Celina. Por supuesto ya Olivia e Isabel iban saliendo.
—¿Isa? ¿A dónde vas a estas horas?— Isabel esperaba no toparse con ella por ahora. No quería ni siquiera verla directamente a los ojos. La culpa y el remordimiento se lo impedían.
—Ah, Sam— respondió con nerviosismo, algo que no pasó desapercibido por ella. Ella sabía que pasaba algo y ahora lo estaba confirmando. —. Tengo que salir. Se me presentó algo muy urgente.
—Ajá. Y yo soy idiota. ¿Qué te pasa Isabel Valente? No me vengas con esas a mí—respondió enojada Sam. Le molestaba esta actitud de su amiga, ¿Por qué se portaba tan distante? ¿Qué le habían hecho?
Su mente de una vez la llevó a Jareth, ese mocoso siempre siempre se las ingeniaba para molestar a sus amigas y hermanas.
De seguro había hecho que moles