“A veces, el verdadero enemigo no es el que te destruye… sino el que te recuerda cuánto te duele lo que perdiste.”
Aunque afuera los rayos del sol, irradiaban las maravillas de ese día, el interior de Ethan se sentía como día oscuro a plena luz del día, como cuando la lluvia comenzaba a azotar contra los ventanales. Estaba en el departamento de Larissa donde ha venido trabajando.
Frente a la pantalla, Ethan leía en silencio los últimos informes. Se sorprendió al ver todo lo que han avanzado en tan poco tiempo. Larissa había logrado lo que nadie: abrir una grieta en la red financiera de Orestes. El código venía limpio, preciso, sin errores… o eso venía creyendo hasta que una anomalía titiló en la esquina inferior del visor de acceso.
Se encontró con un archivo alterado, un acceso no autorizado desde una dirección interna. Silencioso, elegante, sin aparente intención de borrar, parecía que solo buscaba mirar, hurgar. Como si alguien —alguien que supiera exactamente dónde buscar— hubier