La tarde parecía más densa de lo habitual, como si el sol no se atreviera a tocar la ciudad. Eirin estaba sentada junto a la ventana, con una taza de café intacta entre las manos, los ojos puestos en el horizonte, mientras que Ethan, se encontraba en el otro extremo del departamento, hablaba por teléfono con uno de los fiscales aliados, mientras revisaba documentos confidenciales. El ambiente era una mezcla de encierro, tensión y desvelo. Las paredes comenzaban a sentirse más estrechas cada día, y aunque compartían un escondite, entre ellos pesaba la amenaza constante de lo que aún quedaba por descubrir.
Eirin sintió un escalofrío antes de que el sonido de una notificación en su teléfono rompiera la quietud. Hizo la taza a un lado en una mesita que tenía cerca y tomó su móvil, encendió la pantalla y abrió directo la aplicación de los correos. Encontró un mensaje de un correo sin remitente, con asunto en mayúsculas: "EMILI: ÚNICA OPORTUNIDAD". Se sorprendió, miró hacia atrás buscando a