38. Confundida.
Sarada no respondió. Solo la observó con la frente en alto, sintiendo cómo una mezcla de emociones se revolvía dentro de ella.
—No la conozco... discúlpeme —dijo al principio, como tanteando el terreno.
—Claro que nos vimos una vez, cuando salí del despacho de Khaled. Tú eres la mujer que él... nunca logró olvidar.
Sarada alzó las cejas, confundida y en alerta.
—¿Tú eras... en ese momento la novia? ¿La amante? Porque también estuvo conmigo en esa época.
La otra mujer soltó un suspiro, como quien ya había ensayado esa conversación muchas veces en su cabeza.
—Él solo me llamó para actuar de esa manera. No había nada real entre nosotros. Antes de conocerte, estábamos por iniciar algo, sí... pero él nunca me amó. Solo le gustaba, y si te digo esto, es porque he visto que regresaste... con su heredero y su prometida, ella hará lo que sea por alejarlos.
—¿Y qué tiene eso que ver conmigo ahora? —interrumpió Sarada con frialdad, sin querer remover heridas viejas.
—Solo quiero decirte que