CAPÍTULO 93. Herencia de sangre.
Capítulo 93
Herencia de sangre.
La tarde hacía un surco de luz pálida por las ventanas del salón cuando Diego entró. La casa estaba sumergida en una calma tensa: voces bajas en el pasillo, el sonido de unos pasos lejanos.
Isabela estaba sentada en un sofá, con la carpeta de las últimas pericias encima de las piernas; Julián revisaba un mensaje en el móvil y Gabriel se apoyaba, de pie, contra el umbral de la cocina, la mirada fija en la ciudad que se desistía del día.
Diego caminó hacia ellos con pasos que parecían arrastrar años. No llevaba seguridad; no pretendía alardes. Su rostro mostraba la palidez de quien ha pasado noches en vela.
Cuando se detuvo en el centro de la sala, la respiración le faltó por un instante. Miró primero a Isabela —a quien había traicionado y ayudado en partes iguales— y después a Gabriel, cuya expresión se entornó en una mezcla de amenaza y expectación.
—¿Podemos hablar un momento... a solas?, por favor —le dijo Diego a Isa con voz áspera—.
Isabela asint