CAPÍTULO 38. No somos tan fuertes como creemos.
Capítulo 38
No somos tan fuertes como creemos.
El alba se colaba pálida entre los ventanales, pintando las paredes de tonos grises y friolentos, en la espaciosa cocina, los platos reposaban sobre la encimera, restos del desayuno que Isabela había dejado antes de marcharse a la comisaría.
A media mañana, Gabriel descendió en su silla de ruedas hacia la sala de juntas interna de la clínica donde llevaba el control previo del problema de sus piernas, un espacio sobrio de madera clara y pantallas estratégicamente ubicadas para presentar estudios y estadísticas.
No hubo consejera alguna esta vez: los médicos miembros del comité le habían pedido asistir solo, para escuchar las evaluaciones sobre la viabilidad de su tan anhelada cirugía reconstructiva de la rodilla.
Se sintió intruso al cruzar el umbral. Los rostros asintieron, las miradas se filtraron por debajo de gafas metalizadas, y el doctor Duarte, jefe del comité quirúrgico, tomó la palabra:
—Señor Montenegro —empezó con voz mesurada