CAPÍTULO 25. El juego de los Lobos.
Capítulo 25
El Juego de los Lobos.
El reloj marcaba las nueve de la noche.
La ciudad seguía respirando allá afuera, pero dentro del penthouse, el tiempo se había detenido en ese punto muerto donde el deseo, el miedo y la desconfianza caminan juntos, como lobos en la misma jauría.
Gabriel no había dicho una sola palabra en las últimas dos horas. Desde que le entregaron ese sobre con el testamento alterado, su mente no había dejado de calcular, de mover fichas invisibles en un tablero que ya no obedecía a las reglas.
Adrián había sido claro. O fingía mantenerse lejos de Isabela, o lo perdería todo.
Pero fingir ya no era una opción. No cuando la distancia se había vuelto tan dolorosa como la cercanía.
Estaban sentados frente a frente, separados apenas por la mesa baja del salón. Ella con las piernas cruzadas, la bata de seda cayendo sobre su muslo con ese descuido intencionado que a él lo volvía loco en silencio.
Él, inclinado en su silla, las manos entrelazadas, los ojos clavados en los