CAPÍTULO 183. La sonrisa del que manda.
Capítulo 183
La sonrisa del que manda.
Carlos Herrera abrió la botella con la lentitud de quien descorcha algo que ha merecido años de paciencia. No necesitaba prisa, el poder se alimenta de la espera.
En el sillón, con las piernas cruzadas y la vista clavada en la pantalla que mostraba imágenes fragmentadas del último movimiento al otro lado de la ciudad, dejó que el ruido de la botella llenara el silencio absoluto del despacho.
A su lado, uno de sus hombres —callado, de mirada práctica y manos que no titubeaban al ejecutar órdenes— aguardaba el gesto que era su señal para acercarse. No habló; no había necesidad. Carlos alzó la copa. Bebió un sorbo y, dejando la copa en una mesa auxiliar, habló con la voz templada de quien cree que todo el mundo debería inclinarse ante su lógica.
—¿Lo has visto? —preguntó, sin apartar los ojos de la pantalla—. Ya tienen a. su eslabón cojeando, y lo mejor de todo es que lo hicieron sin que nadie se diera cuenta. Que el eslabón sea Teresa y que encima