CAPÍTULO 114. Teoría y experimento.
Capítulo 114
Teoría y experimento.
La rutina de la prisión no necesitaba música para sonar letal: era el golpeteo constante de los pasos de los guardias, el chirrido metálico de la puerta, el aire frío que se filtraba por rendijas lo que marcaba el ritmo de la condena. Carlos Herrera, sentado en el borde de la banca de hierro, sonrió como quien contempla un tablero ya decidido.
La noticia de la muerte de Adrián no sólo había resonado con fuerza en las pantallas informativas de la estación; le había confirmado que una jugada peligrosa había salido perfecta. Sobre la mesa, la taza vacía de café era un testigo mudo de su satisfacción.
Un guardia se acercó con paso contenido, la voz profesional que debe cubrir siempre algo más que palabras.
—Señor Herrera —anunció—. Tiene una llamada. Comunicación externa. Me pidieron que la tome ahora.
Carlos levantó la cabeza con la tranquilidad de un hombre que no se sorprende por las cortesías del poder.
—Vamos, ya quiero saber de que se trata —dijo,