—Buenas noches, señor Marco. Venimos de recoger unos documentos que olvidamos. ¿Usted aún no se ha ido? —saludó Adrian, intentando mantener la calma para no parecer sospechoso.
—Será mejor que se marchen. Ya pasó el horario laboral, no deberían estar en la oficina a estas horas —respondió Marco con una sonrisa dirigida solo a Adrian. A Lyra, el primogénito de la familia Marino ni siquiera la miró.
Pero Lyra sintió algo extraño. Su cuerpo comenzó a sudar frío y a temblar, mientras Adrian no notaba nada.
‘Esa sonrisa… sí, estoy segura. Esa es la sonrisa. Ese hombre es quien mató a papá. Estoy completamente segura. Su risa, su expresión… es él,’ pensó Lyra, luchando por controlar el temblor que la invadía.
¡Bruk!
De repente, Lyra cayó al suelo, sentada. Su pecho subía y bajaba con rapidez, su respiración era agitada.
—¡Lyra! ¿Estás bien? —preguntó Adrian, alarmado.
—Ese hombre… Denis. El señor Marco fue quien mató a mi padre. ¡Estoy segura, Adrian! —dijo Lyra con voz entrecortada, aún en