4

Nina.

Una mesa preciosa, amplia, bien decorada y abundante. Una cena de compromiso, ¡qué absurdo! ¿Cómo se les ocurrió hacer una m*****a cena de compromiso cuando la chica dijo que no de antemano? NO, ¿alguien en esta m*****a mesa conoce el significado de esa palabra? Bueno, si no lo saben, lo van a averiguar ahora. Aquí, en el seno de la familia Guerra, se supone que la chica prometida -en este caso, yo- debe servir a su futuro marido en señal de bienvenida a la familia. Creo que he dejado claro mi mensaje aquí, ¿no? ¡Bienvenida es mi culo! pensé, encogiéndome ante la grosera actitud y marchándome furiosa, dejando a una Thor plenamente informada de mis verdaderas intenciones. El mensaje ya estaba dado y sólo me queda esperar que realmente haya renunciado a todo. Me sorprendo a mí misma riéndome de la escena que he dejado atrás. Vaya, era tan hermoso, un gato de verdad, y acabé dejándolo con el mismo aspecto.

- Debo admitir que fue muy atrevido lo que acabas de hacer. - El sonido de una voz varonil sonó detrás de mí, haciendo que mi corazón se acelerara. ¿Dónde está Darlan y qué hace aquí?

- Espero que haya recibido mi mensaje -replico sin volverme siquiera a mirarlo.

- Perfectamente -responde, deteniéndose a mi lado. Giro la cabeza hacia un lado para mirarle a los ojos, pero están fijos en el horizonte. - ¡Es un paisaje precioso!

- Si has entendido mi mensaje, ¿por qué sigues aquí? - gruño, ignorando su comentario. Entonces por fin me mira a los ojos. Una mirada tan intensa como fría.

- Porque es la mía para transmitirle mi mensaje. - Frunzo el ceño y espero a que continúe. Thor se acerca aún más a mí y yo me aparto automáticamente de él, pero él sigue caminando hasta que siento las espinas del rosal detrás de mí y me obligo a detenerme allí mismo. Sin embargo, se detiene a escasos centímetros de mí y sus malditos ojos fríos siguen fijos en los míos. - Verás, he venido hasta aquí decidida a decir que no a esta puta boda, pero he cambiado completamente de opinión.

- ¿Por qué? - pregunto en un susurro.

- Tu arrogancia, tu petulancia me ha instigado. - Trago en seco. - Y ahora estoy deseando bajar esa cresta tuya.

- Soy una Guerra y nunca podrás dominarme -replico entre dientes. Se ríe y el sonido que hace es

- Tienes una semana.

- ¿Para qué?

- Para ser mía.

- No lo haré...

- Mañana alguien entregará un paquete para ti. Es tu vestido de novia. Ponte guapa y perfecta para ese día, porque quiero tener el placer de abrir cada uno de sus botones. - Su tono de voz es bajo, muy bajo y ronco. Su intensidad me hace hervir, pero su presunción me enfurece. Pienso en rebatirle, en decirle que no habrá boda, que prefiero morir antes que esposarme a él, pero se aleja, dándome la espalda. - Tienes cinco días, Nina", me advierte y baja las escaleras. Jadeando, vuelvo la mirada hacia la hermosa ciudad, brillantemente iluminada.

- ¡¡¡AAAAH!!! - grito tan alto como puedo, completamente enfurecida hasta que la voz se me va de la garganta.

***

- Vamos, sonríe, hoy es tu boda, cariño. - sisea mamá, mirándome a través del espejo de cuerpo entero y con amargura contemplo el caro vestido de novia nacarado, con su encaje floral y sus perlas esparcidas por todas partes. La tela de un tono muy claro cubre con gracia el suelo ilustrado de mi habitación, encontrándose con el velo igualmente largo. En mi rostro hay un maquillaje perfecto que resalta la negrura de mis ojos, sin embargo, como observó mi madre, no hay ni una sonrisa en él. No hay motivo para sonreír, no cuando voy a mi propio funeral. Porque sí, no es una boda, pero estoy siendo enterrada, sellada en una tumba con el título de Ferraz que me veré obligada a llevar el resto de mi vida.

- Déjame, madre.

- Hija...

- ¡Quiero estar sola, por favor! - Ella me muestra una cara triste, pero hace lo que le pido. La verdad es que hay una intención de estar sola aquí y ahora, porque mi guerra contra este matrimonio aún no ha terminado. Es algo que en realidad no podré evitar, pero eso no significa que tenga que ser a su manera, ¿verdad? Puede que Thor incluso me lleve al altar, pero estará llevando su propia destrucción a su casa, porque le haré la vida de este hombre tan infernal que seguramente se verá obligado a devolverme. Volveré a ser la oveja negra de la familia Guerra, pero seré libre para hacer lo que me plazca y eso empieza hoy, justo delante de los cientos de invitados ricos y poderosos, y sobre todo delante del altar.

- Madre mía, ¡qué difícil es pasar desapercibido con una caja de ese tamaño! - Julia entra en mi habitación con una gran caja blanca que es casi más grande que ella. - Vaya, amiga, ¡qué guapa estás! - Admira el perfecto vestido de novia sobre mi cuerpo, tocando la tela con la punta de los dedos como si fuera de cristal. Tiene la boca y los ojos literalmente abiertos de par en par. - ¿Estás segura de que quieres hacerlo, éste es tan... bonito!

- Absolutamente. Ahora ayúdame a deshacerme de esto. - Julia empieza a desabrochar los interminables botones, pero m*****a sea, tengo prisa, mucha prisa. Si no aparezco en ese altar improvisado en medio del jardín en unos minutos, Darlan llamará a la puerta y me arrastrará a esa m*****a boda. - ¡Date prisa, Julia, date prisa!

- Cálmate, ya casi termino. Sólo un poco más... un poco más... ¡ya está!

- ¡Muy bien! Ahora ayúdame a ponerme el otro y luego quiero que vigiles y no dejes entrar a nadie.

- ¿Estás segura de esto, Nina? Darlan te matará.

- Sí, estoy segura. Ahora deja de hablar y ayúdame.  

- De acuerdo, Nina.

Me meto a toda prisa en la larga falda redonda de tul y seda, y Julia me ayuda a levantar el vestido del suelo. Pronto la tela de seda de encaje me abraza el cuerpo y las mangas tres cuartos perfilan su diseño. Mi amiga empieza a cerrarme los pocos botones de la espalda y, temerosa, miro el reloj que hay encima de la mesilla. Veinte minutos, ese es mi tiempo para completar mi look y salir de esta habitación antes de que mi hermano me saque de aquí a tirones. La intención es salir sola y llegar sola también. Dios, cómo quiero ver las caras de esos gilipollas cuando la novia empiece a desfilar por la alfombra roja. En cuanto Julia se marcha a su vigilia, empiezo a retocarme el maquillaje. En realidad, estoy realzando sus colores y dando los últimos toques a mi nuevo look de novia. Respiro hondo, me miro en el espejo y sonrío ampliamente ante mi imagen. Inmediatamente me dirijo a la caja y cojo el ramo apropiado para este momento.

- Estoy lista -siseo satisfecha y me dirijo a la puerta.

Fuera empieza a sonar una música que anuncia mi entrada a los invitados. Desde donde estoy, veo como todos esperan ansiosos mi entrada y Thor se endereza la corbata en una mezcla de ansiedad y nerviosismo, creo. Por fin se abren las amplias puertas y salgo regodeándome en las miradas estupefactas de cada uno de ellos al contemplar el impresionante y lujoso vestido negro y el ramo del mismo color. Pero lo que realmente no tiene precio es ver la cara de horror de mi hermano y, por supuesto, de mi prometido. Mientras avanzaba por la larga alfombra, oí los inevitables cuchicheos y murmullos que parecían destacar por encima de la música y automáticamente esbocé una amplia sonrisa. Minutos después, me acerco al altar y Thor aprieta la mandíbula, sin poder evitar mirarme de pies a cabeza, deteniéndose en el maquillaje que parece dar más vida, es decir, que trae la idea de la propia muerte, exactamente como yo quería. El cura hace un sonido con la garganta y parece despertar de su aturdimiento, levantándose de su asiento y ofreciéndome su brazo.

- ¿No me vas a decir lo guapa que estoy? - me burlo de él, pero no responde. Sin embargo, puedo oír el sonido de su aliento saliendo de sus fosas nasales como un toro enfurecido. Sí, supongo que también lo he dejado sin palabras y molesto. La ceremonia es muy corta, con palabras rápidas y sencillas y, finalmente, un beso que me aseguré de que fuera muy corto.

— Não vai me dizer o quanto estou linda? — O provoco, mas ele não me responde. Contudo, posso ouvir o som da sua respiração sair pelas narinas igual de um touro enraivecido. É, pelo jeito o deixei sem palavras e contrariado também. A cerimônia é bem curta, com palavras rápidas e simples e por fim, um beijo que eu fiz questão que fosse bem curto.

— Onde está o vestido que lhe dei? — Ele rosna ao pé do meu ouvido quando começamos a dançar a valsa. Propositalmente eu me afasto um pouco para olhar em seus olhos.

— Picotado, ou em um saco de lixo qualquer, vai saber. — Outra trincada no maxilar. e eu só queria poder rir na cara DELE, mas sei que já estou enrascada demais, A final, eu cutuquei a onça com a vara curta.

— Porque fez isso, Nina? — Ount, ele está desapontado? Que peninha dele! Penso debochadamente.

— Não está claro? Porque não é o meu casamento e sim, o meu funeral. — Ele respira fundo.

— Que seja. Morta ou não você é minha. Não importa o que faça, eu vou domar você! — Ele range. Furiosa, tento me afastar e deixá-lo sozinho na pista de dança, porém, ele faz pressão na base da minha cintura e cola ainda mais os nossos corpos. — Não se atreva! — rosna, libertando só um pouco o meu corpo e presa a sua mão ele me faz girar e logo estou presa a ele de novo.

— Por que insiste nessa loucura? Por que quer ficar comigo quando eu não quero estar com você? — O questiono.

— Não é obvio? Eu te comprei e o seu irmão me disse para fazer o que quiser de você. Como ver, ele não se importa. — Engulo em seco e automaticamente olho para o meu irmão rodeado por homens importantes. Ele sorrir para mim e ergue a sua taça em um brinde. Desvio os meus olhos dele e fito o homem na minha frente. — Quero que se comporte até o final da festa e talvez, eu disse talvez eu seja bonzinho com você. — Forço um sorriso.

— É claro... querido! — Forço a última palavra a sair da minha boca.

— Ótimo! Agora vamos cumprimentar os nossos convidados.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo