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Thor.

La música finalmente anunció su entrada. M*****a sea, y ni siquiera sé por qué estoy tan nervioso, al fin y al cabo, todo son buenos negocios. Miré a los ansiosos invitados y me ajusté la impecable corbata que llevaba al cuello. Mi madre parecía ansiosa por este momento. Cuando le hablé del contrato matrimonial parecía otra persona. Estaba más emocionada y hacía días que no veía ese brillo en sus ojos. Sólo espero que no esté idealizando a un nieto. Las puertas de la mansión Guerra se abren y frunzo el ceño ante la imagen que se proyecta frente a mí. No puedo creer que haya hecho esto. No en un día en el que todo el mundo está aquí. Mis compañeros, mi familia, algunos miembros importantes del gobierno. Estoy haciendo el ridículo. Pienso mientras veo entrar a Nina con un largo y extravagante vestido de novia negro, una corona del mismo color adornando su cabeza y un maldito maquillaje pesado que oculta la belleza de sus ojos. Es imposible no ver los ojos horrorizados de los invitados ante esta macabra escena y poco después llegan los comentarios de la gente. Resoplo por dentro, pero mantengo el rostro serio y me obligo a mirar a mi prometida, que sonríe. Claro que sonríe. La desgraciada se está deleitando con todo esto, pero lo que no sabe es que haga lo que haga, renunciaré a mi poder. Lo necesito para encontrar respuestas y si tengo que aguantar a esta estúpida malcriada, lo haré. Sin embargo, una vez que esté en mis dominios, le enseñaré quién manda, joder.

- ¿No le dirás lo guapa que estoy? - ¡Maldita provocadora! Gruño por dentro y decido no responder a su ataque, al fin y al cabo, lo suyo se queda. La pondré en su sitio y después, quiero ver si esa sonrisita sigue prevaleciendo.

***

El camino a mi casa se hace en completo silencio. Ella observando las tranquilas calles a través de la ventanilla del coche y yo haciendo lo mismo, sólo que con la mente llena de pensamientos, y uno de ellos es, ¿qué haré ahora con esta loca? En cuanto el vehículo aparca frente a la entrada de la casa, los criados se acercan para ayudar con las maletas.

- Llevadlas a mi habitación -ordeno en cuanto Nina empieza a subir los escalones. Sin embargo, ella se detiene y mira hacia atrás.

- ¿Cómo que a tu habitación? - arqueo las cejas ante su nariz respingona.

- Ahora eres mi mujer. ¿Dónde creías que te ibas a quedar?

- ¿En una habitación de invitados? - Me río descaradamente de la tontería que acaba de salir de su boca.

- Ni de coña. - gruño y paso junto a ella. Los camareros suben las escaleras con las maletas de mi mujer, ella les sigue justo detrás y yo a ella. Mientras sube, Nina mira todos los rincones de la casa, pero no tengo ni idea de lo que está pensando. Tras dejar las maletas en un rincón de la habitación, los criados se marchan, dejándonos solos y yo me encargo de cerrar la puerta después.

- Pero aquí sólo hay una cama. - Dice lo obvio. Yo simplemente arqueo las cejas

- Sí. - Me sacudo el traje.

- Entonces, ¿dónde duermes?

- ¿Cómo que en mi cama?

- Pero y yo, ¿dónde voy a dormir? - Ella no pregunta eso. Tengo ganas de reírme en la cara de esta mocosa malcriada.

- Sólo tienes dos opciones aquí, Nina. Compartir esta cama conmigo o dormir en la alfombra. - Señalo la alfombra a los pies del bastón. Su boca pintada de negro hace una O ministrando lo indignada que está por las opciones que le estoy ofreciendo. La miro con firmeza y espero su respuesta.

- Tú no harías eso. Creo que hay una pizca de caballerosidad en esa sangre envenenada de narcóticos que me dejará dormir cómodamente en esa cama. - Me deshago de los gemelos y doy dos pasos hacia ella, mientras la chica se aleja como un bichito asustado.

- Mira, Nina, para tu gobierno no soy un Don Juan, ni un caballero. - Mientras hablo, me acerco más a la chica. Ella traga en seco y le tiemblan los labios. Entonces deja de caminar, porque su límite terminó cuando sus piernas tocaron el lateral de la cama. Mis ojos permanecen fijos en los suyos y me detengo a propósito tan cerca de ella que es posible sentir su cálido aliento golpeándome la cara. - Soy un neandertal en todos los sentidos que puedas imaginar, así que no te voy a regalar nada. O duermes en la cama conmigo o te tiras al suelo. - Ella infla los pulmones y yo me aparto, dándole la espalda.

- No hay problema", dice con descaro. - Dice con descaro y yo me río. - De todas formas me quedo con la alfombra. - Me giro para mirarla con desdén y empiezo a desabrocharme la camisa.

- Por mí está bien -replico y sigo con mi tarea de deshacerme de esta prenda infernal.

- ¿Qué te crees que estás haciendo? - La chica prácticamente grita el interrogatorio. Nina pone cara de horror.

- Quitándome la ropa.

- Pero, ¡¿necesitas hacer eso aquí?!

- Esta es mi habitación, ¿a dónde iría?

- Pero estoy aquí delante de ti.

- Bueno, no veo nada malo. Eres mi mujer y las parejas hacen estas cosas, ¿no?

- No somos una pareja de verdad y no vas a desnudarte delante de mí. - gruñe, pero yo ignoro por completo su protesta y me dejo caer la camisa sobre un sillón, para luego empezar a bajarme la cremallera de los pantalones.

- ¡Ay! ¿Por qué no lo haces en el baño?

- Porque no quiero, Nina. Te diré una cosa, si no quieres ver, tápate los ojos. - Y ahí está esa perfecta "O" en su boca. Es tan perfecta que me hace pensar en hacer cosas absurdas con ella.

- ¡Tú... tú... tú... idiota! ¡Ogro, bastardo maleducado! - Se aleja maldiciendo y yo me río, deshaciéndome de los pantalones. Voy al armario y me pongo ropa formal. Al salir, Nina me mira de pies a cabeza. - ¿Vas a salir? - Me encojo de hombros.

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