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Thor.

- ¡Tranquilo, Ferraz! Sólo estoy ofreciendo una alianza más fuerte para ambos. Una unión de poderes. Entonces no habrá traidores porque seremos una sola familia. Propongo un matrimonio entre las dos familias y te ofrezco a mi hermana para que sea tu esposa.

- ¿Qué coño es esto? ¿Quién dice que tengo interés en casarme ahora?  - El hombre da otra calada profunda y suelta el humo lentamente esta vez.

- Nina es una mujer espectacular. Es fuerte, decidida, su temperamento es tempestuoso, pero es una chica fiel que no se deja manipular. Es una mujer así la que necesitas a tu lado, amigo mío. Ella puede ser tuya si aceptas hacer esta alianza conmigo. Nadie sale perdiendo en esto, Ferraz. Cásate con ella, o haz lo que quieras, y tendrás lo que quieras de mí. Puedes elegir.

- Quiero apoderarme de todos los territorios.

- ¿Qué es lo que quieres? - Gruñe molesto.

- Incluido el Este. - Continuaré.

- Pero acabas de decir que...

- Si vamos a hacer una alianza tan poderosa, sólo puede haber un rey, ¿no? Y eso ya lo soy yo. - El hombre traga en seco.

- Esa no era tu propuesta anterior, Thor. - replica.

- Crees que soy idiota, ¿verdad, Guerra?

- No, sólo soy...

- Exacto, no lo soy. ¿Crees que no entiendo a dónde quieres llegar con todo esto? ¿Casándote con un miembro de tu familia y apoderándote de mi territorio? Te diré cómo funciona todo, Guerra. Podemos firmar un trato, me das a la chica y eres mi segundo en todo.

- Eso no es justo, Thor. - Mi oponente aprieta los dientes.

- La vida no es justa, amigo mío. Tú decides. Sabes que puedo proteger tu negocio y a tu familia. Sabes que tienes mucho que ganar con ello, aunque no consigas lo que quieres.  - Hago un gesto al hombre trajeado que está sentado a mi lado. Abre un maletín y saca unos papeles y un bolígrafo. - Este es el contrato inicial. Si quieres seguir con él, quiero que me seas totalmente sumisa, si prefieres la propuesta que acabas de hacer, quiero que me traigas a la chica, solo entonces diré si apruebo o no este acuerdo y sí, busca a tus abogados y tendremos otra reunión como esta en un lugar más tranquilo.

- Eres un hijo de puta, Ferraz, pero no hay mucho que pensar. Haremos esta alianza. Protege mis negocios, sé el maldito rey que quieres ser. Pero si viene un heredero, mi familia también tendrá parte en tus negocios. - Yo sólo asiento con la cabeza, pero lo que ese desgraciado no sabe es que nunca pondrá un dedo sobre lo que es mío. ¡Nunca!

***

Días después... 

Entrar en la colina Reuther es como adentrarse en un laberinto de ojos vigilantes y poderosos hierros, porque en cada punto se encuentran los exploradores y los soldados fuertemente armados y dispersos en puntos estratégicos. No es muy diferente de la colina de Gavião, al fin y al cabo somos hombres del crimen y necesitamos estar preparados en caso de cualquier sorpresa. En la cima de la colina se encuentra la lujosa mansión de los Guerra. Desde aquí se puede ver la entrada a la colina y todo lo que ocurre allí abajo. Unos soldados de la colina me dejan delante de las altísimas y anchas verjas de entrada a la casa y un equipo de hombres armados las abren e indican el camino a mi chófer. El coche se detiene por fin ante la lujosa casa, con sus muros de cristal blindado, y al bajar contemplo la enorme fortaleza de altísimos muros y diversos guardias de seguridad repartidos por el hermoso jardín.

- Por aquí, señor. - me dice alguien, guiándome hasta las amplias puertas acristaladas y, nada más entrar en la casa, me encuentro con la familia Guerra esperándome. Lolita Guerra, la matriarca me recibe con afecto que yo correspondo, al fin y al cabo, frecuenté mucho esta casa de adolescente, cuando mi padre hacía negocios con Pero Guerra, su marido ya fallecido. Anita Guerra, la mujer de Darlan, sostiene a su hijo recién nacido en brazos y en un rincón de la habitación hay una joven morena con mirada petulante que me observa con firmeza. Es imposible no observar su esbelto cuerpo vestido con unos vaqueros azules ajustados y una camiseta blanca, acompañados de un par de zapatos negros de tacón. Lleva el pelo negro recogido en una coleta y un flequillo enmarca su bello y bien maquillado rostro. Probablemente sea una de las hermanas de Darlan. Es difícil decir cuál es, ya que mi mayor contacto en esta casa era generalmente con los hombres, puesto que mi padre se aseguró de que participara en las negociaciones desde una edad temprana. Es increíble la sensación de haberla visto antes en alguna parte. Junto a ella hay una chica bajita y escuálida a la que tampoco conozco.

- Thor, mi párroco, ¡por fin has llegado! - dice Darlan entrando en la habitación y abrazándome fuertemente como si fuéramos hermanos.

- ¿Creías que no vendría?

- Sé que eres un hombre de palabra y que nunca harías algo así. Venga, vamos a mi despacho, tenemos que firmar un acuerdo. - Sigo justo detrás de mi anfitrión, pero antes de salir realmente de la habitación miro bien a la morena, que inmediatamente me cierra la cara e inevitablemente me río por dentro. Me pregunto si ella forma parte de nuestro trato, porque si es así, veo que tendré mucho trabajo por delante. Darlan entra en el espacioso despacho, donde el dorado, el rojo y el beige predominan en su mobiliario y decoración, y un cuadro gigante detrás del enorme escritorio de caoba me llama la atención. Es una foto de Darlan y Pero tomada poco antes de su muerte. - Siéntate, compañero. - me pide, acomodándose en la imponente silla que hay detrás de la mesa, y yo me siento frente a él. - Lee el nuevo contrato redactado por mi abogado, espero que todo sea como acordamos en nuestra última reunión. - Una cláusula importante me llama la atención. Darlan tiene un gran interés en un heredero mío y su juego llena claramente mi mente. Lo que él no sabe es que no tengo intención de hacer herederos, al menos no con Guerra y sí con otras mujeres. Así en ningún momento dejaré los negocios de mi familia en manos de mis adversarios. Tu hermana no será como un trofeo y estará siempre a la vista de los tuyos, para que entiendan de una vez por todas que yo soy su dominador y no al revés. Y es con esto en mente que sostengo la pluma dorada que se me tiende y firmo las páginas del documento. - ¡Perfecto! Ahora vamos a cenar y a celebrar este momento tan especial entre los Guerra y los Ferraz. Y en cuanto terminemos, te dejaré a solas con Nina para que podáis hablar y conoceros mejor.

Minutos después, estamos todos delante de una mesa larga y abundante. Lolita, como podéis imaginar, está sentada en la silla del extremo de la mesa y Darlan está en el otro extremo, acompañado de su mujer. Y yo estoy sentado frente a las dos chicas.

- Nina, ¿quieres servir a Thor, por favor? - me pregunta Darlan mientras yo empiezo a servirme. Pienso en protestar y decirle que no es necesario, pero la actitud de la chica me hace cambiar de opinión de inmediato.

- ¿Por qué, no tiene manos para servirse? - La mirada rígida que me dirige me instiga aún más y la miro con igual petulancia.

- Nina, ya conoces las reglas. Ahora levanta el culo de esa silla y sirve a tu futuro marido. - La chica se tapó los labios con una sonrisa libertina dirigida a mí, se levantó de la silla, rodeó la mesa y se detuvo justo a mi lado. Su perfume floral invadió de inmediato mis fosas nasales e hizo que mi corazón se elevara con fuerza en mi pecho. Sin embargo, cerré las manos en puños y no me permití perder el control.

- ¿Quieres puré de patatas? - Dios mío, podía sentir la ira vibrando en su voz y me hizo contener la risa.

- Sí, por favor. - Mantuve la voz lo más natural posible y la fuerza con la que me puso el puré de patatas en el plato hizo que los restos de la comida me salpicaran la camisa.

- ¡Qué coño, Nina! - grita Darlan, pero ella continúa.

- ¿Qué tal un poco de vino, señor? Seguro que le apetece beber algo. - Ni siquiera espera a que responda y empieza a servirme un vaso demasiado lleno, derramándolo sobre mi cabeza al segundo siguiente. El líquido helado me hace respirar hondo.

- ¡Joder! - La chica de enfrente refunfuña y se tapa la boca con las manos. Su hermano resopla molesto, pero Nina se inclina un poco y me busca con la mirada.

- Puedes incluso llevarme a ese altar, pero nunca podrás tocarme, porque nunca seré tuya, ¿entendido? Así que piensa bien si eso es lo que quieres, porque eso es exactamente lo que obtendrás de mí. - Termina de hablar y sale del comedor.

- Nina, ¡vuelve aquí ahora mismo! - ordena Darlan en un tono más alto, pero la gata salvaje ni siquiera mira hacia atrás. - Lo siento, Thor. Nina puede ser un poco difícil a veces. Voy a hablar con ella ahora mismo y pedirle que vuelva para disculparse. - Se levanta de la silla y yo hago lo mismo, cogiendo una servilleta de lino blanco para secarme.

- Deja que lo haga yo. Solo necesito que me des algunas indicaciones. - Tanto mi compañero como su madre parecen estupefactos ante mi decisión.

- Debe de estar en el tejado. Allí hay un parterre donde Nina suele pensar en la vida. - La chica desconocida dice. - Por cierto, me llamo Julia y soy la mejor amiga de Nina. - Asiento a la chica y salgo inmediatamente en busca de la azotea.

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