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Unas semanas después...

Thor.

 El sonido del ritmo mezclado con la semioscuridad de Luna de Sangre es lo que me hace sentir seguro, e incluso con tanto ruido me siento en paz en este lugar. A través de las oscuras ventanas blindadas de mi despacho en la primera planta contemplo a la multitud de abajo con satisfacción. Están disfrutando de la noche, divirtiéndose con nuestros productos y, en consecuencia, dándome también unos beneficios desorbitados. Dentro de unas horas recibiré aquí a uno de mis adversarios y, por ese motivo, mis guardias de seguridad están estratégicamente repartidos por la enorme sala abarrotada porque no les daré el placer de hacerme lo que le hicieron a mi padre. Así pues, muchas cosas han cambiado aquí, en Morro do Gavião, desde su marcha. A diferencia de Léo Ferraz, yo dirijo este lugar con puños de hierro y nadie, he dicho nadie se atreve a contradecirme, ni siquiera a rebatir una orden mía. Tal atrevimiento le costaría la lengua fuera de la boca.

- Su bebida, señor.

Me dice un camarero extendiéndome un vaso de whisky con hielo y, sin mirarle siquiera, cojo el vaso y bebo un poco de la bebida. Las luces de neón iluminan a la gente de abajo, pero una chica en particular llama mi atención y me llevo una mano al bolsillo lateral de los pantalones. Al mismo tiempo, mis ojos recorren su pelo negro y liso, y luego el flequillo negro que enmarca su cara cuadrada. Los largos mechones llegan hasta la base de su columna y su cuerpo se mueve de forma sensual dentro de un vestido rojo pegado a su piel, haciéndome desearla de inmediato, pero no puedo, aún no. Un resoplido a mis espaldas me hace apartar los ojos de la chica y miro fijamente a uno de mis hombres, de pie a la entrada del despacho.

- El señor Guerra ha llegado, señor.

- Muy bien. Llévelo a la zona VIP y pida a algunas chicas que le hagan compañía. Tengo que hablar con Isis y luego iré a verle.

- Sí, señor. - El hombre se marcha, cierra la puerta tras de sí y yo vacío mi vaso. Inesperadamente, vuelvo la mirada hacia el vaso y me sorprendo buscando a la chica, pero ya no está allí.

- Hola, cariño. - Los brazos de Isis me rodean la cintura y cierro los ojos mientras su boca deja un cálido beso en mi nuca. Me suelto de su agarre, dejo caer el vaso vacío sobre la mesa y, como un lobo hambriento, me aferro con fuerza a su pelo, apretando los mechones con firmeza entre mis dedos, obligándola a inclinar la cabeza hacia atrás, para finalmente tomar su boca en un beso áspero y fuerte. La chica gime en mi boca, liberando la impetuosa tormenta que hay en mi interior y en cuestión de segundos la arranco del suelo, haciéndola sentar sobre la encimera de cristal templado de la mesa ejecutiva. Abro sus piernas sin ninguna delicadeza y me acomodo entre ellas.

- Y... - Ella suelta otro gemido en mi boca, encendiéndome por dentro sin piedad. Y como si fuera un animal, le bajo las bragas bruscamente, me desabrocho el cinturón, abro el botón y la cremallera de sus pantalones y lo bajo todo entre mis piernas.

- Dime, ¿qué quieres de mí, Isa? - le pregunto en un tono áspero y seco.

- Quiero que me cojas, Thor. - Susurra casi suplicante e inmediatamente me inclino hacia ella para besarla, demostrando mi poder y tras recubrir mi miembro con el látex, la tomo sin ningún pudor. Isa gime escandalosamente mientras me muevo con firmeza y fuerza en su interior.

- Eso es lo que quieres, ¿eh?

- Sí, ¡sí! - Acerco aún más su cuerpo al mío. Mi acto la hace recostar su torso sobre la mesa, pero ella se apoya en sus codos, manteniendo sus ojos clavados en los míos y dándome pleno acceso a ella, penetrándola aún más profundamente, haciéndola estallar con mi placer y yo no tardo en entregarme al éxtasis, soltando un fuerte rugido que llena toda la habitación. Y cuando por fin todo ha terminado, ella se deja caer sobre la mesa y yo me aparto para deshacerme del condón y limpiarme.

- ¿Qué vas a hacer después de la reunión con Guerra?

- No lo sé. Si todo va bien, tal vez celebrarlo con mi nueva pareja.

- No lo sé, Thor, no confío en ese hombre.

- No importa. Tengo un propósito, y si necesito usarlo a mi favor, lo haré. Si me es leal, no tiene nada que perder, pero si me traiciona, exterminaré a todos sus descendientes. Como puedes ver, no tiene muchas opciones.

- Muy bien, confío en tus exterminadores. Me pasaré por la oficina a ver cómo van las cosas por allí y luego estaré en mi piso. Si quieres repetir, ya sabes dónde encontrarme.

- Ni hablar, Isa. Después de la celebración me iré a casa. Quiero ver cómo está mamá. No es la misma desde que se fue.

- ¡Oun! - Hace un sonido socarrón y vuelve a rodearme el cuello con los brazos, dejándome un pequeño beso en la boca.

- Es una chica grande, cariño, y tiene docenas de empleados a su alrededor todo el tiempo. Yo solo te tengo a ti. - Respiro hondo y la miro fijamente a los ojos oscuros y brillantes.

- Es mi madre y puedes estar segura de que nunca la dejaría por ti ni por nadie. - Isa pone los ojos en blanco y se da la vuelta.

- Ella es tu debilidad, Thor, y te destruirá.

- ¿De qué coño estás hablando? - gruño y la agarro brutalmente del pelo, haciendo que me mire de frente. Isa hace una mueca de dolor y lleva una mano a mi agarre. - No vuelvas a decirme eso a mí ni a nadie. Si se te ocurre tocarla, no dudaré en destruir a quien sea y eso te incluye a ti, ¿me oyes?

- Sí, te oigo. - Responde con dolor, así que la suelto. Me ajusto la camisa, subo la cremallera y el botón del pantalón, me abrocho el cinturón y salgo sin mirar atrás.

Isadora Trindade fue contratada por mi padre cuando cumplió diecinueve años. Era la hija de su gran y leal amigo Marcelus Trindade, que fue fusilado para salvar la vida de Léo Ferraz hace unos tres años. Y desde entonces se ha hecho cargo de las finanzas de los negocios de la familia Ferraz. La chica sabe mucho sobre nuestro trabajo aquí en las favelas: las compras de armas, los envíos a Afganistán, sobre los laboratorios y la venta de drogas, e incluso los horarios y los nombres de los clientes. Es un activo valioso para nuestros enemigos, pero eso no significa que la chica me tenga en sus manos. Las cosas en el mundo criminal son muy prácticas y nebulosas. No aceptamos traidores entre nosotros y si descubrimos a uno de ellos, puedes estar seguro de que no mostraremos la más mínima piedad.

- Darlan Guerra, ¿cómo estás amigo mío? - saludo al hombre que alborota a las dos muchachas completamente desnudas y bañadas en un polvo dorado y brillante y en el mismo momento el idiota me sonríe ampliamente. - Por favor, no hace falta que se levante, puede disfrutar de las chicas. ¿Has pensado en mi propuesta?

- pregunta seriamente y hace un gesto con el dedo para que las chicas se vayan. Luego enciende un cigarrillo y le da una larga calada, soltando después un humo espeso.

- Pienso. Es una propuesta muy audaz, Guerra. - No dice nada, sólo mantiene su mirada fija en la mía. Establecer un vínculo así con Guerra me sirve de mucho en la guerra contra la droga. Él tiene artilleros muy bien entrenados y si realmente pretendo tomar algunos territorios, mi fuerza se triplicaría con esta alianza.

- Quiero seguir siendo el negocio del este. - Le hago un gesto despectivo.

- Me parece bien, pero sólo recibirás los bienes de mis manos y podrás venderlos donde y cuando quieras -le digo-. Es una estrategia muy buena. Con Guerra comprándome directamente el material será más fácil controlarlo y mantenerlo bajo mis pies.

- Eso no es problema para mí, ya que su mercancía es de gran calidad.

- ¡Estupendo! Mantendré a mi gente en el sur y el oeste lejos de tu territorio para que no tengas que preocuparte por tus ventas, pero a cambio necesito algunos exploradores por aquí, gente de confianza.

- Eso es fácil. ¿Qué piensas hacer, Ferraz? - ¡Oh, no habla en serio! Por supuesto que nunca sabrá el propósito de los exploradores, pero a través de ellos averiguaré más rápidamente quién está detrás del asesinato de mi padre y ejecutaré mis planes.

- Eso no es asunto suyo. Sólo conseguir lo que necesito -replico fríamente. - ¿Y qué puede ofrecerme nuestra sociedad?

- Ah, una sociedad más sólida.

- ¿A qué te refieres?

- Eres el nuevo rey de esta colina.  Uno de los más grandes y poderosos de este estado. ¿No crees que necesitas una reina a tu lado?

- ¿De qué estás hablando?

- Digo que necesitas producir herederos cuanto antes, Thor, porque si algo te pasa, al menos tendrás a alguien a quien dejarle todo esto.

- ¿De qué coño estás hablando, imbécil? - gruño furioso y él levanta las manos en señal de redención.

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