Bianca.
Todo se estaba saliendo de control. Ni siquiera me di cuenta cuando me arrastraron hasta la terraza de la mansión, unos hombres de seguridad iban conmigo y también acompañaban a los familiares de don. Yo solo gritaba, maldecía y hasta intentaba defenderme con puñetazos, pero de nada servía.
Era inútil.
—¡Compórtate, Bianca! ¡Estás montando un espectáculo! —me regañó mi madre atrás, ella iba con el abuelo de Giovanni.
Me detuvieron en un helipuerto, allí un majestuoso helicóptero descansaba, esperándome para de una vez alejarme de aquí. En el espacio