Capítulo 63

Cuando desperté en aquella habitación no podía creer todo lo que había pasado. Ahora Ashton, el guardaespaldas de mi madre era el mío. Ella no lo necesitaría cuando estuviera con una bala entre ceja y ceja. Ese sería su castigo por mentirles y engañar a la mafia italiana.

¿Y él mío? A mí ni siquiera me encontrarían.

La puerta de la habitación se abrió de repente, permanecí cómo en las otras dos horas, sentanda en la cama con la espalda apoyada en el cabecero. Esta tenía un dosel de seda blanca que me cubría entera, pero podía ver quién se acercaba.

—¿Has descansado? —interrogó Ashton.

Inclinándose abrió el dosel para mirarme mejor.

—Supongo. ¿Dónde estamos? Me sed

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