Mundo ficciónIniciar sesiónLa impotencia ante la astucia de Imhotep los unió en ese instante.
Ahmose la atrajo hacia sí, un movimiento lento pero firme. La abrazó con fuerza, sus labios buscaron los de ella. Fue un beso de consuelo. Un beso que decía: estamos juntos en esto, a pesar de la distancia, a pesar del tiempo. Su cuerpo buscó el suyo con una necesidad profunda, una forma de anclarse el uno al otro en medio del caos que se cernía sobre ellos. El miedo se disipó, reemplazado por la fuerza que solo su unión podía ofrecer. No eran solo el Comandante y la Princesa, eran Nefertari y Ahmose, dos almas unidas por el amor y un propósito. En La oficina de Ahmose en los Cuarteles Reales, Ahmose se encontraba inclinado sobre su escritorio, iluminado por una lámpara de aceite, sus ojos fijos en los documentos que tenía delante. A su lado, Khafra revisaba un mapa. Habían pasado horas, días, uniendo las piezas del rompecabezas. Sobre el escritorio, el papiro de Has






