60
Baketamon se despidió de la florista y se giró para entrar a los aposentos. Amun vio su oportunidad. Con un movimiento rápido y disimulado, extrajo un pequeño guijarro del bolsillo de su túnica y lo lanzó con precisión. El guijarro rebotó suavemente en el suelo de piedra, a pocos pasos de Baketamon, justo cuando ella iba a cruzar el umbral.
El sonido casi ni se notó en medio del bullicio pero Baketamon tenía la agudeza que había desarrollado en su conspiración secreta. Se detuvo, buscando el origen del leve ruido. Su mirada se posó en el guijarro y luego con la misma rapidez en Amun. El pescador no hizo ningún gesto. Pero en sus ojos Baketamon vio algo que parecía urgente e importante.
Amun, con un movimiento de su cabeza le indicó que se acercara. Baketamon dudó un instante. Aquel hombre no era de la corte. No era un comerciante habitual. ¿Quién era? Pero la intensidad en sus ojos la impulsó a actuar. Fingió interés en una flor que había caído al suelo cerca del puesto.
Se acercó