Capítulo 131

Evan abrió los ojos con dificultad y vio un techo desconocido. Todo su cuerpo le dolía, como si hubiera sido golpeado por un tren. Se llevó una mano a la cara y notó que tenía cortes y vendas. Su cabeza también estaba envuelta en un vendaje que le cubría la frente y las sienes.

—¿Qué...?

Una cara sonriente se inclinó sobre él.

—¡Evan!—La voz de Abbey sonó aliviada—. ¡Qué bueno que despertaste!

Evan intentó mover el otro brazo y se dio cuenta de que también estaba vendado.—¿Abbey? ¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy?

—Estás en tu habitación, Evan—ella le apretó las manos con cuidado—. Has dormido por un día entero. ¿Cómo te encuentras? ¿Cómo te sientes?

Entonces, los recuerdos le asaltaron. Quiso incorporarse de golpe.

—Eh, tranquilo, no te levantes...

—Abbey—Evan la miró con angustia—. ¿Qué hay de Mercy? ¿Qué ocurrió? Solo recuerdo que después de abrazarlos, todo se puso negro y nada más.

—Sí—Abbey le sonrió con ternura—. Te desvaneciste justo después de ese abrazo. Te cuento, lo que pasó fue.
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