Mundo ficciónIniciar sesiónDamien no habló. No hizo ningún movimiento brusco. Solo la observó durante unos segundos eternos, con los ojos oscuros, dilatados, hambrientos, y esa expresión contenida que parecía decir más que cualquier palabra. Sophie quiso retroceder, pero el cuerpo la traicionó: no había espacio, ni aire, ni fuerza suficiente para separarse.
Damien alzó la mano y rozó su mandíbula con los dedos, trazando una línea lenta hasta su cuello. Su tacto era una promesa y una amenaza. La piel de Sophie se erizó al instante, como si cada terminación nerviosa despertara bajo el calor de sus dedos. Cuando su pulgar se detuvo justo debajo de su labio inferior, Sophie tragó saliva. Él la miró fijamente, y en su mirada había un ruego mudo, una advertencia, un deseo imposible de esconder.
—No sigas mirándome así —murmuró ella, la voz casi







