Cuando Paloma, abrió la puerta sus ojos se abrieron de golpe al ver tan solo las luces de las velas alumbrando su departamento, abrazó a Diego, emocionada, de la mano de él se acercó a la mesa del comedor para apreciar los hermosos candelabros que sostenían las lamparillas.
Diego abrió la silla para que ella pudiera sentarse, encendió el reproductor de música:
«Ojos negros by Ricardo Montaner» empezó a sonar, mientras él tomaba asiento frente a ella.
—¿Y esto? —averiguó Paloma, fijando sus hermosos ojos negros en la castaña mirada de Diego.
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