Todo se había vuelto un caos en mi vida desde que él no estaba, pero aun así intentaba seguir adelante, pues no quería volver a hacerle daño, no después de haber sentido lo que había sentido al verle llorar por mi culpa.
Las cosas con David no habían mejorado, discutíamos todo el tiempo, y apenas hablábamos sobre nosotros. Ya ni siquiera estaba segura de querer casarme con él.
Había pasado una semana, y volvía a trabajar, centrándome en los preparativos de la boda de Carly, intentando alejarle de mis pensamientos.
Llegué a casa casi media hora después de la hora en la que se suponía que debía llegar. Y David estaba en el salón, esperándome, junto a un enorme baúl de madera que parecía hecho a mano.