Casi había anochecido, aquella misma noche, podía escuchar a Jaume despidiendo a los invitados, mantenía los ojos cerrados mientras mi cuerpo miraba el lago, por la parte trasera de la casa.
Había refrescado, podía sentir el frío sobre mí.
Él venía hacia mí, podía escuchar sus pasos, y eso me aterraba, que pudiese reprocharme el haber estado a punto de estropear el día de su hermana. Sinceramente, no quería que la única persona que me quedaba se alejase de mí también, ya me sentía demasiado sola en aquel momento.