Algo frío acarició su mano y encontró a su costado el rostro de su perro que le lamía y lloraba bajito. Kate sonrió cansada y le acarició el morro con cariño.
-Disculpa haberte preocupado- ante sus palabras el familiar movió su cola y se recostó haciéndose una bolita, más tranquilo ahora que su dueña estaba despierta.
-Si ya estás despierto levántate, aún tengo trabajo- escuchó debajo de ella y Kate sonrió girando su rostro hacia adelante encontrando los orbes azules de Nicolae clavados en sí. Su cuerpo más pequeño esta acostado sobre el de su esclavo y ambos sobre el lujoso sofá de aquel estudio.
-¿Cinco minutos más?- dijo con una sonrisa tonta haciendo que sus ojos dolieran recordado que antes... antes... su sonrisa se desvaneció y alzó su cabeza mirando de un lado a otro.
En ese momento se encontró mirando a lo lejos, el retrato que antes le había hecho llorar a mares. Sus ojos picaron. Y pensar que casi había olvidado como se veía su madre en el pasado. Era hermosa, gentil, delica