— Bueno… ¿Qué haremos mientras tanto? — Preguntó Leo.
— La noche acostumbra a llegar muy rápido, solamente recemos para que pase lo mejor. — James se recostaba de una raíz.
Era cierto lo que mencionó James, la noche caía enseguida y en picada como un halcón que ha divisado su presa.
Los soldados se veían tranquilos, ni si quiera vigilaban a excepción de algunos que quizás estaban muy atentos o sufrían de insomnio por las condiciones en las que tenían que dormir, además probablemente serían los primeros en alertar de una amenaza y ganarían tiempo de reacción ante ella. Pero el resto de los soldados reposaba dentro de sus carpas con paciencia, para ellos solo había que esperar el amanecer y mientras más rápido durmieran más rápido saldrían de esa.
— Vale, hay que