Hazel.-
¿Quién se cree este imbécil? ¿Con que derecho viene a humillarme? ¿Acaso se le olvida que por mí ahora tiene todo lo que tiene?
Sus palabras… todavía las siento, escarbando en mi piel como si fueran fragmentos de vidrio, el desprecio es peor que cualquier insulto, no quiero que me afecte, pero lo hace.
Esa forma de mirarme como si fuera un estorbo, alguien insignificante a quien solo le dio la oportunidad de tocarla, incapaz de comprender su grandeza.
Cada sílaba que salió de su boca se sintió como un golpe directo a mi dignidad, un arañazo que desgarró el alma que no creí que tuviera.
— ¡Maldito arrogante! –lanzo con fuerza el vaso de vidrio que sostenía–. no creas que te vas a deshacer de mi tan fácil Brian King, no soy una mujer con la que debas jugar yo te puse en el pedestal y puedo bajarte de él sin ningún esfuerzo.
El sonido de mi celular me distrae de la furia que crece dentro de mí.
— ¿Qué quieres?
— Me acaban de informar que Julia y Cora Nixon llegaron hoy a L