“cuando tienes confianza, todo te sale mejor”AzuraAunque lo conseguí, aunque ahora tengo un trabajo, no puedo evitar sentir que no es el adecuado.No puedo explicarlo, pero algo dentro de mí sigue vacío.Rosaly, mi loba, no ayuda. Cada vez está más... más cachonda. Más hambrienta. Solo piensa en montarse sobre él —sobre nuestro compañero— y, francamente, no la culpo.Es él. Nuestro compañero.Y después de todo lo que sufrimos... ¿cómo puedo siquiera soñar con entregarme otra vez?Con Kael pensé que si, por gracia de la Diosa, me llegaba un compañero, él me salvaría.Pensé que sería bueno, dulce, que me amaría con locura, así como yo lo amaría a él.Pensé que sería mi refugio.Pero no. Fue todo lo contrario.Dolor.Tristeza.Agonía.Siento que no importa cuánto luche, siempre estaré en este nivel bajo, estancada, rota.—Deja de pensar en esas idioteces —gruñe Rosaly dentro de mí, furiosa—. ¿No ves, Azura? ¡El Alfa Grayson nos acepta! No veas monstruos donde no los hay.—¿Aceptarnos?
AzuraMe obligué a respirar cuando Grayson, con una lentitud casi cruel, se puso los jeans negros que yo había elegido para él. La tela se ajustó a sus caderas como si hubiera sido hecha a medida, marcando cada músculo, cada línea peligrosa de su cuerpo.Después se pasó la camiseta blanca por la cabeza, dejando que su cabello húmedo se alborotara aún más. Se veía salvaje. Mortalmente hermoso.—¿Lista para acompañarme a la oficina? —me preguntó, lanzándome una mirada ladeada, esa sonrisa torcida que me derretía sin remedio.—¿A la oficina? —repetí, aún un poco atontada.—No pienso dejarte sola —dijo, como si fuera la cosa más obvia del mundo—. Además, quiero que veas cómo trabajo. Un día este mundo también será tuyo, si así lo quieres.Mis mejillas se encendieron. ¿"Tu mundo"? ¿De verdad pensaba en un futuro conmigo?No me atreví a decir nada. Solo asentí y lo seguí fuera de la habitación, mis pies descalzos sobre el suelo de madera pulida.Bajamos por una escalera ancha que daba a un
GraysonEl calor de su piel aún ardía en mis manos. Su aroma, impregnado en mi piel como una maldición deliciosa. La vi marcharse junto a Sarita después de nuestro momento… nuestro primer verdadero momento. Le dije que podía salir, que se tomara su tiempo. Pero Drux no estaba de acuerdo.—"¡Extraño a mate! ¡Humano estúpido, ve a buscar a mate! No quiero dejarla..." —lloriqueaba una y otra vez en mi cabeza, como un cachorro abandonado.—"Drux, silencio. Necesito pensar," gruñí internamente, masajeándome las sienes. —"Pasaremos tiempo con ella, sí, pero debes entender que todo esto es nuevo para ella. El vínculo, su posición como luna..."Drux soltó un gruñido bajo, inconforme. Pero no podía ignorarlo del todo. Había algo más. Algo que no podía sacarme de la mente.Cuando Azura desató su poder para devolverme a mi estatus de alfa… fue como ver a la misma naturaleza postrarse ante ella. Nunca en mi vida había sentido algo igual.—"¿Quién degrada a un Alfa?" preguntó Drux, aún asombr
AzuraSu calor me rodeaba. Su aroma, a bosque, a tormenta, a hogar, me invadía cada fibra del ser. Nunca me había sentido tan segura, tan... amada. Grayson me acunaba contra su pecho fuerte y cálido, su respiración profunda vibraba en mi oído, calmándome.Sus dedos trazaban caminos perezosos sobre mi espalda, cada caricia era un canto de amor silencioso. Y de pronto, algo en mí despertó. Una chispa. Un deseo de corresponder. De no ser solo protegida, sino también... de protegerlo, de adorarlo. Me moví un poco, despacio, buscando su mirada.Grayson abrió los ojos al sentirme.Sus iris eran dos abismos llenos de amor y deseo.—Azura... —susurró, su voz ronca, cargada de emoción.No le di tiempo a más. Me incorporé ligeramente, dejando que la manta se deslizara hasta mi cintura, exponiendo mi piel desnuda a la luz tenue de la habitación. Vi cómo sus ojos se oscurecían.Cómo su mandíbula se tensaba.çLe gustaba.Le gustaba verme así.Libre. Sin miedo. Para él.Llevé mi mano a su mejilla,
AzuraHoy comenzaba el entrenamiento. Mi primer paso hacia algo más grande… hacia convertirme en alguien digna. Había tantas emociones cruzando por mi pecho que apenas podía respirar. Empezaríamos con lo básico de defensa personal, y aunque suene simple, para mí era un mundo nuevo. Tenía que esforzarme al cien por ciento si algún día quería estar al nivel de Grayson. Él era fuerza, estrategia, poder. Yo... apenas estaba empezando a entender quién era. Me puse una ropa cómoda. Un pantalón ajustado de tela elástica y un top negro. Algo que me permitiera moverme con libertad. Me miré al espejo antes de salir y pensé: Esto servirá... creo que hasta se ve bien. Bajé las escaleras con paso ligero, el olor a comida caliente me atrapó desde el primer escalón. Mi estómago rugió con fuerza. Había algo... algo delicioso en el aire.—Buenos días, Sarita —saludé entrando a la cocina, y lo primero que vi fue su espalda moviéndose con agilidad mientras volteaba unos trozos de tocino en la sartén.—¡
AzuraEl entrenamiento comenzó con ejercicios básicos. Calentamiento, control de respiración, estiramientos. Nada que pareciera extraordinario… hasta que me di cuenta de que cada movimiento era una prueba. Theo no era indulgente. Me exigía precisión. Técnica. Y cuando fallaba —porque sí, fallé muchas veces—, lo corregía con paciencia, pero sin suavidad.—Tu centro de equilibrio está muy alto —dijo, después de que caí por tercera vez durante un intento de giro defensivo—. Baja más las caderas. Usa la fuerza desde los tobillos, no desde los hombros.Mi respiración ya era pesada, el sudor comenzaba a empapar la ropa. Grayson observaba desde un lado de la arena, los brazos cruzados sobre el pecho. No decía nada. Pero sabía que estaba midiendo cada uno de mis pasos. De mis errores. Y eso me hacía querer más. Hacerlo bien. Ser digna.—Otra vez —gruñí, sacudiéndome el polvo del brazo.Theo asintió.Repetimos. Una y otra vez. Patadas, bloqueos, giros, escape de agarres. Cada intento parecía u
GRAYSONDesde el borde de la arena, lo vi todo. El instante en que se transformó. El destello blanco que rompió con la lógica, con la historia, con todo lo que conocía sobre nuestra especie. Nunca, en todos mis años, había visto algo así. Un lobo completamente blanco… no plateado, no gris claro. Blanco. Puro. Como nieve recién caída. Como un susurro divino. Rosaly. Su loba. Drux aullaba dentro de mí como si el mundo se acabara, como si cada fibra de su existencia gritara por salir. Y no solo para reclamar lo que era suyo… sino para rendirse ante ella. Porque ese lobo... no era solo una forma de combate. La vi moverse con una ferocidad que me erizó la piel. Inteligente. Rápida. Estratégica. Cuando derribó a Theo con esa combinación perfecta de poder y gracia, sentí algo que me costó procesar. No solo orgullo. No solo respeto. Excitación. Sí, suena extraño. Pero maldita sea… fue sexy. Verla luchar. Verla rugir. Verla conquistar el respeto de todos con sus propias garras. Azura no era u
AzuraEl vapor aún flotaba en el aire cuando salimos del baño. La luz tenue del atardecer se colaba por las cortinas, tiñendo la habitación de un dorado suave que se mezclaba con los restos de humedad en nuestra piel. El cuerpo de Grayson brillaba bajo ese resplandor cálido, cada músculo marcado como esculpido por manos divinas. Era salvajemente hermoso… y solo mío.Caminé hacia la cama con la respiración entrecortada, consciente de cada gota que resbalaba por mi piel desnuda, de cada mirada que él me lanzaba. Sentía mi pecho arder. El calor entre mis piernas era una súplica silenciosa, y Rosaly estaba despierta, ronroneando en mi mente como una loba en celo.Grayson se sentó al borde del colchón, observándome. Su cabello oscuro seguía húmedo, y unos mechones caían sobre su frente, dándole un aire más rudo… más peligroso. Su torso desnudo era un espectáculo de fuerza contenida, y sus ojos—oh, sus ojos—brillaban con hambre.—Estás mirándome como si quisieras devorarme —murmuré, mordién