El día de la presentación del libro de Clara llegó tan rápidamente como lo había imaginado y, al mismo tiempo, parecía haberse demorado una eternidad. Cada reunión, cada conversación sobre el futuro, cada sueño compartido con Lucas la habían preparado para este instante. Todo lo que había vivido —las noches de desvelo, las dudas, los momentos de inspiración y los silencios que parecían eternos— había valido la pena. Ahora, sosteniendo su libro entre las manos, Clara comprendía que ese no era solo un logro profesional, sino la culminación de una etapa de crecimiento, amor y fe en sí misma.
El auditorio, decorado con tonos cálidos y elegantes, estaba lleno de energía. Rostros familiares se mezclaban con lectores que la habían seguido desde sus primeros pasos como escritora. Clara sintió cómo su corazón latía con fuerza mientras recorría el pasillo central. Lucas, caminando junto a ella, le ofreció una sonrisa tranquila, esa sonrisa que siempre lograba serenarla. Tomó su mano brevemente