Punto de vista de EscarlataLuciano despertó sobresaltado mientras sostenía mi carta con manos temblorosas. Había caído rendido en su sillón mientras se torturaba leyendo mi carta repetidamente.

Sin tomarse el tiempo para cambiarse la ropa arrugada, se apresuró hacia su automóvil. Lo seguí con curiosidad, deseando descubrir cuál sería su siguiente movimiento.

De repente, me encontré en el caótico hospital del Consejo Unido de Lobos. Allí, Lilia permanecía atada a una cama en el área de preparación quirúrgica mientras luchaba desesperadamente para soltarse de las ataduras.

—¡Suéltenme! —gritó, tirando de las correas—. ¿No saben quién soy? ¡En mi vientre a los herederos del Alfa Luciano!

—No te muevas —le espetó una de las enfermeras, empujándola bruscamente—. Solo te estás complicando las cosas.

—¡No pueden tocarme! —Lilia se puso roja por la furia—. ¡Estos son los bebés del Alfa! ¡No dejará que los lastimen!

La enfermera en jefe, una mujer de edad avanzada con mirada gélida, soltó un re