Aurora estaba de pie en la sala principal, ordenando un montón de documentos de SilverMoon que Damian había firmado esa misma tarde. En una esquina del salón, Leon estaba sentado en el suelo, construyendo torres con bloques de madera mientras balbuceaba imitándole a Damian cuando daba discursos.
Aurora contuvo una risa suave al ver a su hijo. Mini Alpha, así le decían todos en la manada.
La puerta principal se abrió con cuidado. Damian apareció, su chaqueta negra medio desabrochada, la corbata floja, y en la mano izquierda traía un ramo de peonías rojas. Aurora alzó la mirada, arqueando una ceja apenas.
—¿Llegaste temprano? —preguntó Aurora.
Damian solo sonrió, se acercó y dejó las flores frente a Aurora. Sus dedos rozaron el dorso de su mano, con delicadeza.
—Pensé que necesitábamos una noche para nosotros dos. ¿Leon ya cenó?
—¿Papá llegó con flores para mamá? —preguntó Leon.
Damian se agachó junto a Leon, acariciándole el cabello. —Papá llegó con amor, Leon. Para mamá y para ti. —Mi