“Venderse el cuerpo” … Qué palabras ofensivas…
El rostro de Dafne se puso completamente pálido, mientras que el ambiente en el coche se volvía aún más tenso. Darío intentó aliviar la situación:
—Bueno, entonces nos reuniremos la próxima vez cuando tengas tiempo.
Sin embargo, la tensión no disminuyó, siempre había una gran distancia entre Dafne y Hans. En ese momento, el teléfono móvil de Dafne sonó. Era una llamada de Celia, quien dijo:
—Esperanza ya está bien. Hemos regresado a la capital. ¿Dónde estás? ¿César te hizo algo excesivo?
Habían ocurrido demasiadas cosas ayer y Dafne no pudo explicarlas claramente por teléfono, así que simplemente respondió:
—Te lo contaré cuando vuelva.
En ese momento, escuchó la voz dulce e infantil de Esperanza:
—Mamá, ¡te extraño mucho! ¡Regresa pronto para estar conmigo!
La voz asustó mucho a Dafne, quien rápidamente cubrió el auricular con la mano, temiendo que Hans, quien estaba a su lado, pudiera escucharla. Afortunadamente, su viejo teléfono no ten