POV de AdrianaLa mañana era tranquila, las personas pasaban por las calles sin prisa, y el sol parecía estar en su punto más alto, con rayos cálidos acariciando las aceras. Me encontraba parada frente a la pequeña tienda de café, mirando la taza de espresso que había comprado con mis manos entrelazadas. El aroma del café era lo único que podía calmar un poco mi mente, que siempre estaba llena de pensamientos confusos y preocupaciones que me acosaban sin cesar.Decidí cruzar la calle, absorta en mis propios pensamientos, cuando de repente, un rugido de motor me sacó de mi trance. Un sonido ensordecedor de neumáticos frenando y un chirrido de metal me hicieron dar un paso atrás, justo a tiempo para evitar que el elegante sedán negro que venía a toda velocidad me atropellara. Mi corazón se aceleró por la adrenalina, y pude sentir el sudor en mis manos.El coche, lujosamente pulido y brillante bajo el sol, se detuvo a escasos centímetros de mí. La ventana bajó lentamente, y allí estaba é
POV de AdrianaLa voz de Alex seguía resonando en mis oídos, aunque en la sala todo el mundo había comenzado a hablar al mismo tiempo. "Soy tu hermano, Diego." Esas palabras habían caído como un rayo, partiendo en dos la estructura de nuestra familia, como si ya no fuera lo suficientemente frágil. Me quedé paralizada, con las manos temblando sobre mis piernas, intentando procesar lo que acababa de suceder. Había venido preparada para enfrentar una verdad dolorosa sobre Nancy, pero jamás imaginé que algo así pudiera suceder.Diego estaba sentado frente a mí, pero su rostro estaba pálido, su mandíbula tensa como si luchara por mantener el control. Conocía esa expresión, porque la había visto antes en él: cuando se enfrentaba a algo que no podía cambiar, algo que lo desgarraba por dentro. Y aunque intentaba mantenerse firme, era evidente que esta revelación lo había dejado sin suelo bajo los pies.Pero mientras los murmullos se alzaban en la sala, mis ojos se posaron en Alex. Había algo
POV de AdrianaEl silencio del pasillo era ensordecedor después de la tormenta que había estallado en la sala. Diego caminaba delante de mí, su paso firme, pero podía notar la tensión en sus hombros. Lo conocía demasiado bien para no darme cuenta de lo que estaba pasando por su mente. Ese semblante estoico que siempre usaba era su forma de protegerse, pero yo sabía que, por dentro, estaba tambaleándose.“Diego,” dije finalmente, rompiendo el silencio. Mi voz sonó más suave de lo que esperaba, como si temiera que cualquier palabra pudiera hacer que todo se derrumbara.Él se detuvo, pero no se giró. Sus hombros subieron y bajaron mientras respiraba profundamente. “Adriana, no tengo respuestas. No me pidas que lo entienda porque no puedo.”“No estoy pidiendo respuestas,” respondí, dando un paso hacia él. “Solo quiero saber cómo te sientes.”Diego soltó una risa amarga, una que me hizo estremecer. Finalmente se giró, y sus ojos, usualmente tan controlados, estaban llenos de una mezcla de
POV de DiegoLa tensión en el salón todavía colgaba en el aire cuando Alex salió, esa sonrisa arrogante aún grabada en su rostro. No había ni un atisbo de arrepentimiento, ni un signo de duda. Era como si todo lo que acababa de descubrir sobre él no lo tocara. Pero yo lo conocía mejor. Esa calma aparente era una máscara, y debajo de ella estaba calculando su próximo movimiento.Mientras los demás comenzaban a dispersarse, Adriana permaneció a mi lado. Su presencia era un ancla, pero no me atrevía a mirarla. Sabía que si lo hacía, ella vería la mezcla de rabia y agotamiento en mis ojos, y lo último que quería era preocuparla aún más."Diego," dijo, su voz baja pero firme. "Hiciste lo que tenías que hacer."No respondí de inmediato. Mi mente estaba trabajando a toda velocidad, repasando cada detalle de la reunión, cada palabra de Alex, cada expresión. Había algo que no cuadraba, algo que me estaba perdiendo."Esto no ha terminado," dije finalmente, mi voz más fría de lo que pretendía. "
POV de AdrianaEl aire en la oficina se sentía pesado, cargado de palabras que aún no se habían dicho y de decisiones que estaban a punto de cambiarlo todo. Miré a Diego, su rostro marcado por la determinación, los ojos oscuros como si fueran dos abismos que contenían secretos y luchas internas que no estaba listo para compartir. Robert, de pie junto a la ventana, tenía el ceño fruncido, como si intentara descifrar el enigma del universo en el horizonte. Ambos hombres, tan diferentes, pero en este momento tan similares: aliados forzados por el peligro común que representaban Dave y Elena.Yo, en cambio, me sentía atrapada en medio de esta tormenta. Cada decisión parecía una cuerda tensada al límite, lista para romperse. Había tratado de mantener la calma, de no dejar que el miedo se apoderara de mí, pero a veces era inevitable. Las amenazas que habían llegado a mis manos —notas anónimas, llamadas que se cortaban antes de que pudiera decir “¿quién habla?”— eran suficientes para hacer q
POV de DiegoHabía algo en la forma en que Adriana me miró cuando sugirió interceptar las comunicaciones de Dave y Elena que me hizo sentir un nudo en el estómago. Esa mirada no era de duda ni de miedo, sino de pura determinación. Había conocido a muchas personas en mi vida que hablaban de luchar, de resistir, pero Adriana lo vivía. Esa fuerza suya, esa convicción que parecía inquebrantable, era tan fascinante como peligrosa.Sin embargo, no podía permitirme pensar en eso ahora. Mi mente estaba llena de cálculos, riesgos, y posibles desenlaces. Dave y Elena no eran oponentes ordinarios; eran depredadores. Y nosotros éramos el objetivo.Después de nuestra conversación, el ambiente seguía cargado de tensión, pero al menos habíamos llegado a un acuerdo. Necesitábamos un plan, y lo necesitábamos rápido.—Diego, ¿estás seguro de que tu contacto puede hacer esto? —preguntó Robert mientras bajábamos por el ascensor hacia el estacionamiento.Asentí, aunque la verdad es que no estaba completam
POV de DiegoLa habitación estaba sumida en un silencio que, en otro contexto, habría sido reconfortante. Pero esta vez, el silencio era una cuerda invisible que se tensaba entre Adriana y yo, lista para romperse en cualquier momento. Ella estaba sentada al otro lado de la mesa, con los brazos cruzados, su mirada fija en la pared como si quisiera evitar que nuestras miradas se encontraran. Y yo, en un intento por contener mi frustración, apretaba los puños con tanta fuerza que sentía las uñas clavarse en mis palmas.Había algo entre ella y Robert, algo que se deslizaba entre las sombras de sus conversaciones. Podía verlo en la forma en que sus miradas se buscaban, en los murmullos que compartían cuando creían que yo no estaba prestando atención. Y, sin embargo, lo que más me enfurecía no era la posibilidad de que me estuviera traicionando. No, lo que me volvía loco era que, a pesar de todo, seguía deseándola, como si el veneno de esa conexión que teníamos fuera imposible de arrancar d
POV de DiegoEsa noche no pude dormir. Mi mente giraba en círculos, atrapada en un torbellino de recuerdos y pensamientos amargos. Cada vez que cerraba los ojos, veía la imagen de Adriana alejándose de mí, con esa mezcla de desprecio y dolor en su mirada. Me sentía atrapado, como un animal acorralado, incapaz de decidir si debía atacar o retroceder.Adriana me odiaba, eso era evidente. Podía verlo en su lenguaje corporal, en la frialdad de su tono, en la manera en que se apartaba de mí como si mi presencia le resultara insoportable. Pero lo que más me dolía, lo que realmente me destrozaba por dentro, era la idea de que podría estar volcando su atención y sus emociones en Robert.Ese hombre no merecía estar cerca de ella. Era un oportunista, alguien que había sabido aprovechar cada grieta en nuestra relación para colarse, como una sombra indeseada. Pero, por más que lo odiara, no podía culparlo del todo. Al final, la culpa era mía. Yo había permitido que las cosas llegaran a este punto