POV de Diego
El silencio en el departamento era reconfortante, pero no podía calmar el torbellino en mi mente. A pesar de todo lo que había pasado en los últimos días, las palabras de Adriana seguían resonando en mi cabeza: "También estoy enamorada de ti." Nunca había imaginado que escuchar algo así de ella pudiera llenar cada rincón de mi ser de una calidez tan absoluta.
Estaba sentado en el sofá, mirando sin ver los documentos esparcidos en la mesa frente a mí. Sabía que no tenía tiempo para dejar que mis emociones me dominaran, no con Nancy respirando en mi nuca, esperando cualquier momento para despojarme de lo que quedaba de mi abuela. Pero era imposible no pensar en Adriana y en la forma en que todo había cambiado entre nosotros.
La puerta del baño se abrió, y Adriana salió con el cabello todavía húmedo, vistiendo una de mis camisetas que le quedaba demasiado grande. Verla así, tan cómoda en mi espacio, me llenó de una sensación de paz que no había sentido en años.
“¿Todo bien?”