Capítulo ciento dos
Escucho el grito de Elizabeth y corro hasta ella—¿Qué pasa? ¿Por qué gritaste... —mi voz se va apagando cada vez más y más a medida que veo la cantidad de accesorios y maquillaje que hay en una de las gabetas, como si oyera sus pensamientos niego—no vas a tomar nada que no es tuyo, Elizabeth deja eso quieto porqué no es tuyo—sin escucharme agarra una cartera, comienza a tirar todo tipo de cosas y me arrastra hacia los sillones.
—Cierra los ojos, te maquillaré y no quiero que te veas hasta que termine —doy un largo suspiro y cierro los ojos dejándome llevar por sus manos.
Después de media hora ella termina conmigo y se va al baño cerrando la puerta rápidamente para que no me vea en el espejo.
Me cruzo de brazos. Que infantil.