Capítulo ciento uno
Camino detrás de ella y subimos a una de sus gigantescas habitaciones, azota la puerta y los chicos que hay arriba de la cama caen al suelo inmediatamente, su voz llena el cuarto de carcajadas y niego sonriendo.
Me jala del brazo y me presenta con cada uno de sus primos y por último su otra mitad, le doy la mano a cada uno y guardo mi distancia.
—Bueno chicos, fuera de mi habitación ya que falta poco para la fiesta y ustedes ni siquiera se han arreglado —empuja a sus primos fuera.
—Ya entendimos, ya—cada uno de ellos reprocha y ella rueda los ojos.
—Entonces salgan—les da un último empujón y cierra la puerta de un portazo.
Ella gira su cabeza a un lado y mira como su mate busca una oportunidad para entrar al baño.
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