*—Dominick:
Dominick agradeció al cielo haber podido salir de la gala sin mucha dificultad.
Cuando Callum le dijo que iba a los baños, no se preocupó al principio: había seguridad por todas partes, reporteros, guardaespaldas… y él confiaba plenamente en su pareja, pero los minutos pasaban, y Callum no regresaba. La inquietud fue creciendo en su pecho.
El salón contaba con cuatro baños distribuidos en cada ala del recinto. Dominick los recorrió todos, pero Callum no estaba en ninguno. De vuelta a la mesa, solo encontró su silla vacía.
Se desesperó y al mismo tiempo, se dijo que tenía que mantener la calma.
El lugar estaba lleno de alfas, betas y omegas; el ambiente saturado de feromonas, ruido y luces, pero Dominick cerró los ojos, se concentró y dejó que su instinto hiciera el resto. Ignoró el hedor de los demás alfas, buscó ese dulzor de miel suave y cálido que siempre lo guiaba.
Y lo encontró.
Pero lo que vio le revolvió el estómago.
Philip Duvall. El bastardo que había sido jefe