*—Callum:
El viaje de Dominick se tomó dos días más y Callum estaba que se arrancaba el alma junto con el cabello.
Estaba irritable, su piel sensible, el sueño entrecortado, y todo lo que comía le caía pesado salvo por el batido de remolacha con limón que ahora parecía su único alivio. Su cuerpo lo exigía con el mismo anhelo con que exigía a su alfa.
El vínculo le estaba pasando factura.
Ahora comprendía cada una de las quejas de Noah cuando Jace salía de viaje. Era como si el cuerpo entero se rebelara. Su alma lo extrañaba. Su piel pedía a gritos el calor de Dominick, su aroma, su cercanía. Hablaban cuando podían, sí, pero eso no bastaba. Él no quería palabras. Quería a su hombre.
Callum entró a la oficina con su batido en mano, ese color burdeos tan intenso como su deseo de no vomitar otra vez. Lo bebió a sorbos mientras se sentaba frente a su escritorio, exhausto de extrañar, de oler a soledad.
Tomó su teléfono. Había hablado con Dominick antes del almuerzo, pero lo sentía distante