*—Callum:
Aun sorprendido por la revelación de que Dominick estuvo en la boda de Jace y Noah hace ocho años.
Bajó la mirada. Las manos le temblaban, un temblor sutil, pero incontrolable que se le colaba por los dedos y le erizaba la piel. Las apretó con fuerza contra sus muslos, intentando parecer normal, pero nada era normal. Ya no.
¿Cómo era posible?
Alzó la vista y los miró. Ahí estaban, sus amigos, hablando con naturalidad, riendo mientras rememoraban la boda de Noah y Jace, esa misma boda donde, según acababa de enterarse, Dominick también había estado, pero ellos no sabían. Ninguno lo sabía. Y esa conversación que para todos era inofensiva, para él era dinamita en la garganta.
Se levantó en silencio, como si el suelo temblara bajo sus pies. Caminó hasta el estante de la sala, el corazón palpitando con furia en su pecho. Había libros, portarretratos, pequeñas figuras decorativas. Y ahí, casi oculto entre todo, estaba el álbum.
Lo tomó.
Sintió la mirada de alguien sobre él, quizás