*—Dominick:
Dominick se quedó inmóvil, la respiración entrecortada, aún jadeando. Su mirada se clavó en la puerta abierta de la recámara con el corazón martillándole en el pecho.
¿Acaso había alguien en su apartamento?, fue la pregunta que le surgió.
Y entonces, lo sintió.
El aire cambió. El aroma de su omega, tan claro como si caminara entre los sueños de Dominick, inundó la habitación con fuerza. Su calor. Su esencia. Su necesidad.
Callum estaba ahí.
En la casa.
En el piso.
Y había venido por él.
Dominick bajó la cabeza y dejó escapar un gruñido, esta vez gutural, cargado de deseo y gratitud. La desesperación en su cuerpo se intensificó, pero también la esperanza. Porque su omega estaba cerca. Porque no tendría que atravesar el Rut solo.
Se bajó de la cama y fue hacia la puerta justo en el instante en que Callum aparecía. Su omega tenía las mejillas sonrojadas, los ojos húmedos de ansiedad, y los labios hinchados, marcados por los mordiscos que se había dado tratando de resistirse.