*—Callum:
Entró a trompicones a la habitación del hotel que había logrado conseguir y, en cuanto cerró la puerta, Callum se desplomó contra ella. Su cuerpo ardía, temblaba de necesidad, con la piel erizada y los sentidos alterados por el celo que lo consumía desde dentro.
Se había corrido dos veces en el taxi, mojando el asiento y empapando sus pantalones, y la vergüenza lo había hecho pagar extra para evitar preguntas o miradas incómodas. Apenas pudo, se arrastró hasta la recepción y pidió una habitación. La recepcionista lo miró con una mezcla de desconcierto y comprensión; cualquiera podía notar que estaba atravesando un celo brutal. Por suerte, los guardias eran betas y no había ningún alfa cerca.
Buscó su teléfono con dedos torpes, sudorosos. Vio varias llamadas recientes y pérdidas de Dominick. Lo había intentado contactar en el taxi, pero no había recibido respuesta. Desesperado, le pidió al conductor que lo dejara en el primer hotel disponible, pues no podía llegar a casa y m