*—Callum:
Callum se quedó inmóvil unos segundos, mirando la puerta cerrada con el ceño fruncido. Sentía el pecho agitado, no solo por la tensión sino por el aire aún cargado con las feromonas de Dominick.
Ese olor… embriagador, punzante, masculino… le provocaba un calor que no podía controlar.
—Los alfas siempre están buscando problemas donde no los hay —murmuró para sí, con fastidio, mientras sacudía la cabeza. Trató de ignorar el nudo extraño en su estómago y volvió a su escritorio.
Pasaron apenas unos minutos cuando el sudor empezó a acumularse en su nuca. El aire acondicionado parecía inútil. Su camisa le pesaba sobre la piel, y sentía una presión incómoda en la parte baja del vientre. Otra vez.
No. No. No. No ahora.
Metió la mano en el cajón de su escritorio para buscar su maletín, del cual extrajo uno de los frascos pequeños. Se tomó dos pastillas más sin pensarlo, forzando el trago con agua fría.
—No voy a dejar que esta maldita mutación me impida trabajar —susurró entre diente